A raíz de la lectura del artículo escrito por Elías D. Molins e intitulado “Aclaración sobre los Fundamentos de la Astrología” me ha parecido que podría interesarle al grupo de Campus Astrología exponer una síntesis del excelente artículo publicado por el matemático y astrólogo Wendel Polich, titulado “Razón Astronómica de los Signos Zodiacales”, el cual apareció en la revista “Astrología” de Buenos Aires.
La razón de exponer tal síntesis obedece a que la Astrología fundamenta el comienzo de los signos angulares en realidades astronómicas bien definidas y concretas: los cero grados de los signos de Aries y Libra coinciden con el cruce de las órbitas del Sol y la Tierra en los equinoccios, mientras que los cero grados de los signos de Cáncer y Capricornio remiten a los solsticios, en los cuales el Sol alcanza los grados de declinación máxima o mínima.
Hasta donde yo sé, ninguna teoría astrológica ha podido fundamentar astronómicamente la existencia de las cúspides de los signos fijos y mutables, y es por esa razón que he decido resumir y comentar en parte el artículo de Polich antes citado. Entremos en el tema:
Polich indica que en el N° 51 de la revista Astrología (pág. 8), al tratar el tema de los aspectos eclípticos, se hizo notar que éstos no tendrían relación con el centro de la Tierra sino con el denominado “centro de equilibrio de masas” del denominado “sistema Tierra – Luna”.
Algunos científicos igualmente le dan al sistema Tierra-Luna la denominación de “planeta doble”, debido al gran tamaño que presenta el satélite terrestre (de 3.474 km de diámetro, lo que la convierte en la luna más grande del sistema solar cuando se la relaciona con la Tierra) con relación al planeta Tierra (de 12.756 km de diámetro). Por otra parte (y a diferencia de la mayoría de los satélites de los otros planetas de nuestro sistema solar), la Luna orbita más cerca del plano de la eclíptica que del plano ecuatorial del planeta Tierra.
El baricentro (es decir el centro de masa común) del sistema Tierra-Luna se encuentra a una distancia de 1,700 km (aproximadamente un cuarto del radio de la Tierra) dentro de la superficie terrestre. Tal centro forma parte de un eje paralelo al eje terrestre.
En su libro “Planeta Doble”, Isaac Asimov habla del “centro de gravedad” entre ambos miembros del sistema “Tierra – Luna”, refiriéndose al punto que Polich denomina “centro de equilibro de masas”. Ahora bien, Asimov indica además que en torno de ese centro giran la Tierra y la Luna en oposición perfecta y tal aseveración lleva a Polich al convencimiento de que debe existir otro centro de equilibrio que él denomina “centro de equilibrio de atracción”. Volveremos sobre ese tema más adelante.
Para tener una idea del concepto de Sistema Tierra – Luna, veamos la siguiente figura (aclaro que las figuras de este artículo no están a escala y son meramente informativas):
Observamos al baricentro (punto azul) ubicado en el interior de la Tierra, y alrededor del cual orbitan la Tierra con un radio menor y la Luna con un radio mayor. Veamos la siguiente figura:
Observamos aquí el eje del baricentro paralelo al eje terrestre.
En el citado libro, Isaac Asimov, proponía que la duración de la revolución lunar alrededor del centro de gravedad del sistema Tierra-Luna alcanzaba a un mes sideral (esto es 27 días y un tercio). Al respecto, Polich indica que tal aseveración es fundamentalmente correcta pero la misma está basada en un dato geocéntrico (es decir, que se centra en el eje terrestre) pero si en vez de considerar el eje terrestre se emplea el citado “centro de equilibrio de atracción” (el cual es distinto del baricentro mencionado anteriormente y se ubicaría a 32034 km de la Tierra ), y a ese arco de tiempo se lo traspone a dicho centro de equilibrio y se lo convierte en grados de arco, resultarían los 30 grados exactos mencionados. Esto mismo vale también para la revolución lunar sinódica, cuyo tiempo, geocéntricamente, es de 29 1/2 días, pero visto desde el centro de equilibrio de atracción también resultaría de 30° exactos. Por lo tanto, cada revolución lunar alrededor de dicho centro consistiría en 30° 0′ 0″ exactos y se repetiría exactamente doce veces en un año de días sidéreos sobre la eclíptica.
En la formación, entonces, de la eclíptica y de los signos, no entrarían solamente las posiciones de la Tierra y su revolución alrededor del Sol, sino también las revoluciones de la Luna alrededor del centro mencionado. Ello configuraría la “razón astronómica de los signos zodiacales”.
Para comprender el concepto de “centro de equilibrio de atracción” debemos profundizar en el concepto de “ sistema binario”.
“Sistema binario” es el término oficial usado para referirse a dos planetas que orbitan el uno al otro en torno a un centro de masas común (también denominado “baricentro” pero distinto del baricentro del Sistema Tierra – Luna) que no está localizado en el interior de ninguno de los dos planetas, siendo los radios de giro inversamente proporcionales a las correspondientes masas. Por esta razón, si el astro principal es mucho mayor que el secundario (lo que ocurre con la Tierra respecto a la Luna) su radio de giro es muy pequeño, normalmente inferior al propio tamaño del mismo, con lo cual la distancia entre el centro de masas y el centro de gravedad del astro (esto es el centro mismo del astro) es menor que la existente entre este último y la superficie del mismo.
Para dar una idea somera de lo que estamos hablando, veamos el siguiente dibujo esquemático.
Vemos en este dibujo a la Tierra (T) y la Luna (L) orbitando alrededor del baricentro del centro de equilibrio de atracción (punto azul).
La razón de mencionar el concepto “Sistema Tierra – Luna” obedece a una teoría cosmológica según la cual, la Luna habría sido un planetoide que, en tiempos remotos, se fue acercando paulatinamente a la Tierra, atraída por la gravitación de la misma. Ello produjo que ambos astros comenzaran a rotar no sólo cada uno alrededor de su propio eje, sino también y paralelamente alrededor de un centro común producido por la atracción de sus respectivas masas. Cada uno de los componentes del “sistema” abandonó su órbita elíptica y se unió en una órbita común, la cual circunda dicho centro de equilibrio. Esta órbita común es para la astrología topocéntrica la eclíptica. Alrededor de este centro de equilibrio de atracción, hacen sus circunvoluciones respectivas la Tierra y la Luna en perfecta oposición y exactamente en un mismo período, aunque con radios distintos. Como todos sabemos, la longitud eclíptica de la Tierra se encuentra en las efemérides, bajo la forma de longitud eclíptica del Sol aparente. Al respecto, Polich expone un interesantísimo dato astronómico que confirmaría su tesis: Dado que los astrónomos tuvieron dificultades en intentar calcular el ángulo de la oblicuidad de la eclíptica sobre el centro de la Tierra (debido que la atracción gravitatoria lunar lo hace variar de continuo) optaron por calcular dicho ángulo sobre la suma de masas de la Tierra y de la Luna (es decir sobre el centro de equilibrio de la atracción de ambos astros). De esta manera, la astronomía calculó una eclíptica enteramente funcional a las necesidades de la astrología.
Al final de su artículo, Polich da dos pruebas matemáticas: una con la revolución lunar sinódica y otra con la sidérea, llegando a la conclusión de que ambas constituyen doce vueltas exacta y completamente iguales. Aquí se encontraría entonces el origen de los doce signos astrológicos y de sus doce vueltas en un año de días sidéreos.
Alberto Pietrafesa